lunes, 8 de abril de 2013

La moda



Hoy en día, la moda es considerada un arte para unos cuantos, un desperdicio para otros y algo totalmente desconocido para muchos.
 Para mí, es algo que ha formado parte de mi vida desde siempre, que me ha interesado, ayudado y hasta instruido y beneficiado hasta el día de hoy. Algo de lo que espero no tener que alejarme en un futuro cercano.
La moda, este fenómeno apasionante capaz de cambiar los gustos personales y colectivos, es algo que se estudia cada vez con mayor interés. Aunque la duración de los dictados de la moda sea efímera, su interés por ella es permanente. Y no es para menos, porque la forma de vestir está relacionada con la idiosincrasia de un país, de su historia, sus costumbres y su nivel económico. El traje es un flash que sintetiza la realidad y las aspiraciones de toda una época. 
En este sentido es fácil de entender que el escritor francés Anatolle France dijera que si volviese al mundo unos siglos después de su muerte, y quisiera saber en qué época y momento histórico se encontraba, pediría una revista de moda. La historia del vestido es sin duda la fuente obligada para buscar los orígenes de la moda, pero no deben confundirse ambos conceptos porque la moda, como tal, no se ha producido en todas las épocas y civilizaciones. Se necesita un entramado de ideales estéticos, de deseos funcionales, de vanidad encubierta y de amor a la fantasía para entender la aparición de este fenómeno y su influencia en la sociedad.
Como dijo Coco Chanel, "la moda no es algo que existe en la ropa solamente. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está pasando". La moda son aquellas tendencias repetitivas, ya sea de ropa, accesorios, estilos de vida y maneras de comportarse, que marcan o modifican la conducta de las personas.
El filósofo Alfredo Cruz contesta a la pregunta: "¿qué es el vestido?" apuntando tres finalidades del vestir: "La primera abrigarse, la segunda no ser vistos, es decir cubrirse, y la tercera ser vistos por los demás de una forma agradable". El vestido se convierte en una necesidad vital que ha ido evolucionando a lo largo de la historia, al igual que otros comportamientos humanos. Descubrimos, por tanto, que la moda tiene también una función social. El vestido es capaz de mostrarnos la cultura, la riqueza y el grado de desarrollo de las civilizaciones. En gran parte, la historia de los pueblos antiguos se ha basado en las imágenes que nos legaron esculpidas o pintadas en las paredes de las tumbas o palacios, o grabadas en las miniaturas de los manuscritos con sus trajes, ornamentos y accesorios.

Tras esta breve introducción al mundo de la moda y el diseño, me gustaría destacar un minúsculo punto de su historia, el que más nos importa en nuestra carrera: el tratamiento de los medios de comunicación.
 Cuando hablamos  del inicio de la propaganda de información en moda, nos remontamos al S.XVIII, cuando el enorme prestigio que había adquirido la corte de Versalles hizo que se prolongase la influencia francesa a lo largo del s.XVIII en toda Europa. Los dictados de Francia llegaban a todas partes por medio de unos curiosos "agentes promotores" encargados de difundir las tendencias en el vestir durante los reinados de Luis XV y Luis XVI.  Aparecen también las primeras revistas y periódicos con mensajes publicitarios y noticias. Sabemos así que una diseñadora excepcional, Madame Bettina, ideaba los complicadísimos sombreros de María Antonieta. 
La información sobre los colores de moda llegaba también por estos  procedimientos recurriendo a la más curiosa fantasía. Según una de estas informaciones, los colores dominantes a principios del siglo XVIII eran: "humo de Londres", "llama del Vesubio", "ratón huidizo" y "español enfermo"… Francia empleaba además otros procedimientos de difusión como el envío una vez al mes a Londres de dos maniquíes de tamaño natural vestidos con arreglo a la moda de diario y de gala. Todo contribuía a hacer realidad lo que se llamó una "Europa afrancesada". 
Más adelante, el el s. XIX, dan sus primeros pasos las revistas de cuidada presentación, como la emblemática Vogue en 1883. Así, las revistas proliferan en el s.XX. Al final de la segunda guerra mundial empezaron a publicarse en Francia revistas que tuvieron una especial influencia en la difusión de la alta costura y más adelante, cuando la moda se democratiza, en la difusión del prêt-à-porter. Diana Vreeland, futura editora de Harper´s Bazaar y de Vogue, fue decisiva al encumbrar a Chanel y fue una periodista americana la que inventó la expresión "new look"; un acierto que repercutió en el prestigio y difusión de la casa Dior. Desde este momento cada temporada, la moda llega a los consumidores a través de las informaciones de los medios de comunicación. Como es lógico, cada época tiene sus propios métodos. Uno de los rasgos actuales de la información, cada vez más rápida y anárquica, que nos viene de la mano de los fascino blogs y de unos curiosos personajes que se hacen llamar "blogers" No se trata de la aparición de una nueva profesión con sus conocimientos o estudios propios. No, la veda se abrió para todo el mundo que quisiera ponerse a hablar de moda y dar consejo sobre el estilo y forma de vestir.
 Esta claro que a esta continua información a contribuido la aparición del streetstyle, que ha desplazado la atención de la moda desde las pasarelas a la de plena calle. Otro rasgo que podemos añadir a la información de moda actual es la proliferación de suplementos semanales especializados en los periódicos que les reportan una gran cantidad de anuncios. Otro tema a parte es la publicidad, y el efecto que ha tenido sobre las empresas de moda. La publicidad durante las décadas de los sesenta y setenta anunciaba productos, muchos de ellos nuevos en el mercado, explicando profusamente sus características técnicas y la manera que debían ser utilizados. Los anuncios eran explícitos en sus proposiciones de venta, y con frecuencia la argumentación para la compra giraba en torno a la "necesidad" de consumir. 
Actualmente la publicidad convencional en medios masivos como la televisión, cine, radio, periódicos o revistas se encuentra en clara recesión. Es tal la invasión de anuncios, que las personas reaccionan con indiferencia o rechazo. Alguien que viva en una gran ciudad española está sometido diariamente a la exposición de unos 1500 reclamos publicitarios. Los estudios de mercado que investigan la efectividad de las campañas publicitarias ponen de manifiesto que el índice de recuerdo de las marcas es cada vez menor. Entre los distintos medios como canales de transmisión de información sobre moda tienen especial relevancia las revistas de moda, que constituyen el soporte principal de las marcas. Desde un principio fueron concebidas para atraer publicidad específicamente dirigida a la mujer. De hecho, gran parte de su contenido es publicidad convencional, ocupando entre el 30 y el 40% de su volumen.  El perfil de lector de estas revistas es mayoritariamente femenino, de distintas edades, con poder adquisitivo medio-alto. La otra cara de la moneda muestra que la lectora no es siempre fiel a una publicación en particular, y en la motivación de la compra tiene más peso la foto de portada y los titulares frente a los contenidos redaccionales (entrevistas, artículos…), junto a los regalos promocionales, que  son también un fuerte impulso para la compra.

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