"La comunicación no verbal, un mundo por descubrir"
Todos nos damos cuenta, muchas veces, cuando alguien que está cerca de nosotros está enfadado. También podemos deducir por determinados detalles en su rostro, en sus palabras (el tono de las mismas) o sus propios movimientos si se encuentra en un estado más alegre y abierto o apático y reservado. Del mismo modo, también hay veces en las que no podemos evitar mirar con sospecha a alguien que, según consideramos (¿Y por qué lo hacemos?, es la pregunta crucial), está mintiendo. Todo ello lo detectamos y deducimos bajo un análisis instintivo, sin que la persona que tenemos al frente nos tenga que decir verbalmente: "Estoy enfadado", "Estoy alegre" o incluso "Te estoy mintiendo".
Nuestra mente esconde mecanismos de análisis de los que nosotros ni siquiera somos conscientes, mas aun de este modo los utilizamos sin saberlo. De cualquier modo, conociendo tales mecanismos y aprendiendo a aplicarlos conscientemente, podemos mejorar ampliamente la eficiencia de los mismos. Es un hecho que existen diferentes tipos de lenguaje, entre los que destacamos, por reconocimiento, el escrito y el oral. El conocimiento general y superficial del lenguaje nos hace pensar que todo aquello que decimos y escribimos agrupa un gran porcentaje de el mensaje total que estamos intentando transmitir, pues lo hacemos de forma consciente, y que no hay nada que se nos escape más allá de esto. Craso error. Creemos saber más de lo que en realidad sabemos, y eso nos lleva a caer en nuestro enemigo más peligroso: la ignorancia. Nuestro cuerpo y nuestra mente esconden demasiados secretos que desconocemos, y si los ignoramos sin más y no somos conscientes de ellos estos son capaces de traicionarnos sin que nos demos cuenta, mediante una gran diversidad de recursos y acciones que no podemos evitar ni preveer. A esto lo llamamos el "lenguaje no verbal", y aunque parezca sorprendente, compone un porcentaje mucho mayor del nivel comunicativo que supone el lenguaje oral o escrito en nuestro día a día.
La cinesis (kinésica, en nuestros días) es la ciencia que estudia el significado expresativo de cada gesto, cada movimiento, cada reacción de nuestro cuerpo ante un pensamiento concreto, y se encarga de darle un significado global para que pueda ser reconocido. Estos gestos no pueden ser estudiados, como es obvio, de manera aislada, sino que tienen que ser tratados en su conjunto (el cuerpo emite al mismo tiempo diversos de estos, hay que tratarlos como conjunto, no individualmente) y en un contexto. Por ejemplo, habitualmente el hecho de mover las manos rápidamente puede significar nerviosismo y tensión por parte de la persona que lo está haciendo, pero en un día helado, si vemos a alguien haciendo este mismo gesto probablemente esté intentando, tan solo, calentarse las manos. Junto a ella también voy a dedicar atención a la proxémica, que es otro campo de estudio sobre la comunicación no verbal (este se dedica principalmente a lo que denominamos como "espacio vital", para diferenciar las distintas distancias que pueden haber entre personas que actúan entre sí.
Cuando movemos las manos sin darnos cuenta, cuando miramos fijamente a una persona, cuando alguien se acaricia el pelo inconscientemente, cuando se cruza de brazos, e incluso cuando simplemente se está "rascando" la nariz... todo ello son acciones que tienen un significado psicológico concreto que puede ser analizado por cualquier persona que tenga los pertinentes conocimientos sobre el tema. La diversidad de gestos y posibilidades de la comunicación no verbal es tan amplía que resultaría imposible hacer aquí una recopilación completa, pues podría llevarnos para algo más que una tesis doctoral, pero creo interesante haceros ver algunos de los más importantes e interesantes, a la par que fáciles de detectar en nuestro entorno.
La mirada es un tema muy interesante que tratar, del mismo modo que lo es la burbuja espacial de cada persona. En situaciones normales cualquier persona puede detectar, aunque no siempre, cuando alguien le está mirando fijamente, pues supone una molestia y muchas veces conlleva otras reacciones del cuerpo. Desde pequeños nos dicen que mirar a alguien desconocido con fijeza es muestra de malos modales, por lo que aprendemos habitualmente a controlar nuestras miradas para no crear esta mala sensación. Sin embargo, todo depende del contexto y la situación en la que se hace, como ya hemos dicho. Cuando dos personas están conversando es habitual que el que escucha siga con la mirada al parlante, siempre y cuando esté mostrando verdadera atención ante lo que dice (si no, desviará la mirada); por otra parte, el orador habrá de buscar con la mirada a sus destinatarios y tratará de atraer sus miradas para que le presten atención. La duración de una mirada también puede determinar el grado de cercanía entre dos personas: tendemos a mirar durante largo tiempo a aquellas personas que nos agradan, y las que despiertan el gusto contrario nos harán llevar a cabo miradas más huidizas. Los ojos son una de las mejores armas durante el galanteo, muy útiles a la hora de hacer llegar mensajes sin la necesidad de palabras; y estos suelen ser bastante fáciles de descifrar. Como dato adicional también cabe decir que no solo es la duración de la mirada lo importante, también la fisionomía de los ojos, o concretamente el tamaño de las pupilas: siempre tratando de asegurarnos de que este no es causado por los focos de la luz, podemos saber que cuando alguien nos observa con las pupilas dilatadas es a causa del agrado que provocamos en esta persona o porque se encuentra, por una razón u otra, feliz; en cambio, las pupilas extremadamente pequeñas denotan odio y muchas veces son agresivas, causando reacciones de terror o rechazo en nosotros.
Podemos hablar del mismo modo al tratar el acercamiento excesivo a las personas, desconocidas o no: todos nosotros tenemos una "burbuja espacial" a nuestro alrededor que forma tres distancias diferentes respecto a otras personas, y estas son: la zona pública (más de 360 centímetros), la zona social (entre 120 y 360 centímetros), la zona personal (entre 46 y 120 centímetros) y la zona íntima (entre 15 y 45 centímetros). Es de suma importancia el control de estas zonas, pues una persona que entra sin permiso en la zona íntima de otra provocará terror, pánico, rabia o tensión en la persona cuya zona íntima ha sido invadida; esta es una táctica que utilizan los policías en los interrogatorios a sus detenidos. Para mantener una conversación normal con un grupo de personas nos mantenemos en la distancia pública, en el caso de hablar con alguien desconocido solemos hacerlo (y debe hacerse para no molestar) en la distancia social, con los amigos nos mantenemos en una distancia personal, y dejamos la distancia privada para la familia y las personas que mantengan una relación amorosa con la propia persona, o en cualquier caso que tengamos en gran consideración y cariño. La invasión de un espacio personal o íntimo suele traer consigo determinadas reacciones fisiológicas: aceleración del ritmo cardíaco, hiperventilación, mayor sudoración... es por esto que cuando una persona se acerca a nosotros e invade este terreno, aunque sea sin quererlo (o sin darse cuenta) tendemos a retroceder y aumentar la distancia entre ambos. Este es un hecho complejo, pues dependiendo de las diferencias culturales entre dos personas los espacios pueden variar y hacerse más amplios o restringidos, lo que puede llevar a equivocaciones o situaciones desagradables.
Si he decidido presentaros estos dos ejemplos sobre los estudios de la kinésica es porque, personalmente, me parecen muy interesantes y creo que es, si no necesario, útil tener conocimientos sobre ello. Pero evidentemente esto no es más que una mínima e inapreciable parte de la kinésica, el lenguaje corporal va mucho más allá que estos simples datos sin importancia, pudiendo detectarse de diferentes formas: la forma de cruzar las piernas, los brazos, la tensión o la relajación a la hora de andar, la dirección de los pies cuando hablamos con alguien, la forma de la que damos la mano, cómo nos sentamos, cómo miramos a alguien... etc. Todo esto se recoge en la infinidad de estudios que se ha hecho sobre este tema queavanza día a día y nos descubre más datos curiosos sobre nuestro comportamiento inconsciente.
El conocimiento del lenguaje corporal es de gran importancia a la hora de analizar un encuentro social o saber cómo actuar y cómo no hacerlo con determinadas personas: para dar una buena imagen en una entrevista, dar "buenas vibraciones" en las primeras impresiones e incluso poder analizar y comprender como se siente la gente de tu alrededor, ya sea para prevenirla o ayudarla si fuera necesario.
Bibliografía:
-DAVIS, Flora. "La comunicación no verbal". Alianza Editorial, 2004.
CATALÁN SEBASTIÁ, DAVID - DERECHO Y PERIODISMO
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