lunes, 25 de febrero de 2013

El determinismo como deidad

El determinismo como deidad


Antes de nada, partimos de un hecho: no soy creyente. Dese pequeño he estado rodeado de influencias religiosas por todas partes: en mi familia, mi colegio, sociedad... Por esa razón estoy tanto bautizado como comulgado, claro que todo esto ha ocurrido a expensas de mi conciencia y conocimiento. Ahora puedo hablar como una persona consciente de lo que dice y opina, quien puede analizar por su propia cuenta todo lo que rodea y tomar la decisión sobre el "qué" creer o "qué" no creer.

Por esa razón puedo afirmar rotundamente: no soy creyente, ni cristiano, ni judío ni islámico. Si bien no puedo negar la existencia de ningún ser superior (no tengo pruebas para ello, al igual que no existen pruebas para demostrar la misma), no veo coherente centrar mi fe en unas palabras que muchas veces resultan una controversia en comparación a los órganos que las defienden (véase el vaticano, por ejemplo). ¿Defiendes la humildad? ¿Dices ser semejante al resto de tus "hermanos"? ¿Por qué te bañas entonces en oro cuando tus "semejantes" mueren de hambre y desgracia? ¿Qué razón puede entonces tener una jerarquía prolongada durante milenios? Y toda esa serie de sandeces: contra la mujer, contra el aborto, contra la libertad de cada uno... ¿De verdad cree en eso gente que peca de hipocresía? Nadie es santo, ciertamente, pero ellos dicen serlo y quieren dar esa imagen. Cuando usas tu "cara bonita" para pasear por las calles de una ciudad para ver a tus "fieles seguidores" y ganas millonadas simplemente agitando la mano, no es que seas "la persona más humilde del mundo", digo yo. ¿Y estas personas representan el legado de un personaje que vivió en la pobreza, en la humildad, en la bondad, y acabó siendo condenado por esas mismas personas a las que él defendía? ¿Dónde está la coherencia? ¿Dónde queda ese "algo" en el que creer?

Independientemente de que los hechos narrados por los libros sagrados de cada religión resulten fantásticos y difíciles de creer para una razón mínimamente lógica, ese no es el centro de mi desacreditación hacia la religión, si no en sí la sociedad que la defiende. La religión defiende en muchos casos la ignorancia, la inocencia y una ilusión de un mundo muy diferente a aquel en el que vivimos. No estamos en una época muy dada para guiarnos por la fe... estamos en unos días en los que nuestros actos son mucho más importantes que nuestras creencias, y por ende nuestra realidad va más allá de toda religión posible. No puedo evitar traer a mi mente una escena de cierto libró (de ficción): Carrie, de Stephen King. La protagonista de la historia es una chica de diecisiete años que tiene la menstruación por primera vez en medio de su clase de gimnasia, en el instituto (cuando estaba con sus compañeras en las duchas). La niña, que no tenía ni la más mínima idea de lo que le estaba pasando (pues no le habían contado nada sobre ello), creía que estaba muriendo desangrada, y tuvo que sufrir un ataque de histeria entre el baño de compresas que sus compañeras le estaban señalando. Esa misma tarde, cuando enfrentó a su madre por no haberle contado nada sobre esto, lo que esta hizo fue encerrarla en un armario para que rezara por haber pecado y recibido "la maldición de la sangre", descrita así en las sagradas escrituras. Obviamente, este es el comportamiento, llevado a la exageración máxima, de una fanática religiosa, y además creada a nivel ficticio. Pero aun así no dudo en que hayan existido casos semejantes, o más salvajes que estos incluso.

Y bien, de ahí sale mi reflexión. A pesar de todo lo que diga, las personas solemos buscar un "algo" que esté por encima de todo. Algo que nos ayude a explicar el porqué de muchas cosas. ¿Por qué he nacido en España? ¿Por qué somos humanos y no animales? ¿Por qué existe la vida? ¿Por qué mañana tenemos que ir a estudiar? Todo se puede responder con una sola palabra, la cuál toma en mi boca el mismo papel que el dios cristiano al que ya muchos adoran: determinismo. Cada cosa que pasa, cada acontecimiento, está determinado por un "algo", que ya lo había escrito (que pasaría así),y ese algo tiene nombre, por supuesto, se llama destino.

El destino es precisamente la imagen de aquello que todo lo controla, todo lo crea y todo lo destruye. La muerte, la vida, la existencia en si... todo es parte del destino. Desde el mismo momento en el que nacemos nuestra vida está escrita, al igual que la muerte. Ahora me diréis: Pero nosotros podemos decidir nuestros actos, nosotros podemos cambiar nuestro destino prescrito... error. El destino es como un árbol con infinidad de ramificaciones. Cada una de esas ramificaciones es una decisión que tomas, la cual te lleva a un camino diferente al que estabas tomando por el momento, pero esa misma ramificación vuelve a convertirse en un tronco nuevo con sus pertinentes ramas. Cada rama es una decisión posible, y existe una para cada una de las posibilidades que existan... para cada uno de los caminos que podamos tomar. Todo ello está predeterminado, por muy complejo e imposible que parezca. Mi camino me lleva ahora a estar escribiendo esto, gracias a que soy una persona pensadora y que se cuestiona mil y una veces sobre las cosas, al igual que me llevará mañana a ir a la universidad... pero por ejemplo, si yo a partir de mañana me convirtiera en un "gamberro" y tomara la decisión de saltarme las clases cuando me viniera en gana, saltar la valla y huir... simplemente estaría tomando un nuevo camino que me llevaría a un futuro diferente al que ya tenía.

Ahora bien, ¿En qué se basan las decisiones tomadas por el determinismo? Es decir, ¿Cuál es esa "fórmula matemática" que ha escrito nuestro pasado, presente y futuro? Yo la llamo "la segunda cara de la moneda", y a su vez le doy el nombre de "azar". Es irónico, ¿No lo creéis? Todo está determinado, pero a su vez está determinado por una aleatoriedad del todo desinteresada. Podríamos ver determinismo y aleatoriedad como antónimos: todo está determinado y todo es variable. Sin embargo, cuando la variabilidad ha escrito nuestros caminos y los ha dejado sellados para el futuro los dos términos se vuelven uno solo. ¿Por qué creo en esto? Responderé a esta pregunta retórica con otras preguntas: ¿Por qué he nacido en España? ¿Por qué no soy un habitante de un país africano subdesarrollado? ¿Por qué tengo unos padres que me pueden permitir vivir en relativa comodidad? ¿Por qué no soy uno de esos niños soldados que obligan a disparar contra sus padres? ¿Por qué soy moralista y no escéptico, indiferente y apático al respecto de cualquier tema que se me ofrezca? Todo ello son posibilidades de cómo podría haber existido, cómo podría haber sido mi vida, pero no son más que eso: posibilidades que se pueden plantear frente a mí como antiguas opciones. Y ahora podemos decir: yo puedo cambiar a lo largo de la vida y tomar esa nuevas opciones, convertirme en otra persona. Mas bien, ¿Quién me dice que eso no era algo que ya estuviera predefinido? Recuerdo a cierto genio maligno convocado por Reneé Descartes que movía sus hilos desde lo más alto de los cielos y cambiaba el desarrollo de los acontecimientos a su gusto y decisión. Podéis ver aquello a lo que refiero como algo parecido a eso.

Yo creo en esta realidad... yo creo en el destino, en efecto. Cuidado, esto no quiere decir que nosotros no tengamos una decisión propia sobre los pasos que seguir... el destino nos ofrece determinadas posibilidades, determinados caminos que ya nos llevarán a algún lado a otro, pero somos nosotros los que decidimos por cuál seguir. Todo está premeditado, que yo tienda a la escritura y a la filosofía, a la psicología o a la sociología, que tenga los amigos que tengo, que sea como soy... todo ello tiene un porqué, y la razón es porqué el destino así lo ha decidido. Creo en el determinismo, esa es mi guía y mi base, la de mis palabras. Si algo tiene que pasar... pasará. Si luchamos contra ello es porqué está escrito que lo hagamos... si vencemos en la lucha es porqué ya estaba premeditado, y si no lo hacemos también. Todo conforma un ciclo vicioso de un camino que andamos, el de nuestra vida.

David Catalán Sebastiá - Derecho y Periodismo

2 comentarios:

  1. Estimado compañero, me ha resultado de muchísimo interés esta última publicación. Yo también le dedico mucho tiempo a la reflexión sobre este tipo de cuestiones. Admito que yo no tengo una respuesta, aunque si millones de preguntas, y me sorprende mucho ver que tienes tan clara tu solución a esta cuestión que a mi se me antoja inabordable.
    La razón de que me haya suscitado tanto interés radica básicamente en que comparto algunos de los puntos claves de tu pensamiento.
    "Destino"... Parece la solución perfecta para esa "razón de ser" de las cosas para aquellos que no podemos aferrarnos a ninguna deidad. Resulta facil de asimilar, incluso reconfortante, pensar que todo está escrito. Entonces yo me pregunto, ¿qué pasa con el libre albedrío? ¿qué hay de los méritos, de la culpa? Si aceptamos que nuestro porvenir está grabado en piedra, cabe deducir que nuestras actuaciones son meras respuestas a estímulos externos, que el libre albedrío pasa a ser tan solo un sueño dogmático y que el individuo queda exento de ser considerado culpable y, consecuentemente, de que se le reconozca ningún posible mérito.
    Por otro lado, me maravilla la asociación que has hecho a continuación del destino con el azar. Es algo que a mi me atormenta constantemente, la duda constante de no saber si creo en el destino o en la pura casualidad. Jamás se me había ocurrido conjugar ambos en una sola esencia, decir que son las dos caras de una misma moneda.
    Reconozco que me parece una asociación un poco forzada, como si tratásemos de encajar dos piezas de un puzle que no encajan, pero agradezco que compartas con nosotros una reflexión tan interesante y personal y prometo meditar por mi cuenta a partir de las bases que tú nos propones.

    Rodríguez Sánchez Esther. Economía y Periodismo.

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  2. Te agradezco enormemente el comentario, siempre agrada que alguien entienda los pensamientos de uno mismo, los comparta o no.

    En cuanto a tu respuesta, he de hacer unos matices sobre lo que escribí en mi escrito anterior, pues si no lo hiciera probablemente tendrías una idea extraña sobre a lo que refiero. No soy un determinista absoluto, me sería agónico el pensar de ese modo (de hecho, no sería diferente que el creer en Dios o algo parecido), si no más bien un "libre determinista". Yo veo las cosas del siguiente modo: todas y cada una de las posibilidades de acción que tenemos, ya seas tú, yo, o cualquier otra persona en el mundo, están determinadas de un modo u otro; cada decisión que tomemos y llevemos a cabo mediante una determinada acción conlleva la obertura de nuevos caminos, nuevas posibilidades, nuevas decisiones que podemos tomar, pero del mismo modo estas estaban ya anteriormente determinadas como posibilidades consecuentes a la toma de esa determinada decisión que escogimos en un momento concreto. Es decir: todo lo que podamos hacer en esta vida, todas las posibilidades que se nos pueden ofrecer y nosotros podemos escoger, están ya determinadas de un modo u otro, al igual que lo están las consecuentes reacciones (causa-efecto) que desataremos con ello (es lo mismo que te he explicado antes, pero he intentado sintetizarlo más breve y claramente). Esa es mi visión del determinismo. Ahora bien, ¿Por qué es un "libre determinismo"? Es simple: si bien nuestras posibilidades de acción están determinadas, lo están en tanto en cuanto a nuestras propias decisiones, ese es nuestro libre albedrío. Nosotros solo elegimos el camino que seguir de entre ese infinito número de caminos que se abren a nuestra disposición.

    En cuanto al tema del azar y el determinismo, sinceramente, también se me hace complejo, y me lo he planteado muchas veces. El caso es que, como ya habrás leído anteriormente, yo no creo en un ser superior que escriba el libro de nuestra vida, y sin embargo defiendo algo parecido al determinismo. ¿Cómo se determina el camino entonces? Mi respuesta es: mediante el azar. Si yo estoy caminando y doy un paso a la derecha puede que resbale con un charco y caiga al suelo; ¿Por qué estaba ese charco en mi derecha y no en mi izquierda? ¿Por qué he pisado de tal modo que haya tenido que resbalar y no me he salpicado simplemente? La religión nos dice que Dios es quien organiza el mundo y quien nos protege y está siempre a nuestro lado, manteniendo un supuesto orden en la vida de sus "hijos". Yo respondo: el mundo no es orden, el mundo es caos, las cosas no ocurren por una razón lógica, si no que es la probabilidad y el azar las que han determinado que esto sea de este modo y no de otro. Como también introduje anteriormente, si bien yo he nacido en España también pude haber nacido en la Marruecos, en Argelia o en la India, y en cualquiera de estos lugares habría recibido un tipo de vida muy diferente al que tengo ahora, y las posibilidades que habría ten ido a mi disposición también habrían sido del todo diferentes. ¿Decidió una mano firme que yo naciera aquí y no ahí o fue simplemente la moneda lanzada al aire para ver si caía sobre un lugar o sobre otro?

    Así es como veo yo el asunto después de pensar hasta lo redundante en ello, pero todo ello no son más que teorías, mi "fe", por llamarlo de algún modo. No tengo modo alguno de demostrarlo y poner pruebas sobre la mesa para apoyarme en esta teoría, y sin embargo creo en ella como mi posible paradigma vital.

    De nuevo, mil gracias por dedicar tu tiempo a esta lectura y, sobre todo, por responder a ella. ¡Saludos!

    Catalán Sebastiá, David - Derecho y Periodismo

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