domingo, 10 de marzo de 2013

 

 EL REALISMO EN ESPAÑA

 
El realismo es un movimiento de la segunda mitad del siglo XIX que concibe el arte como representación exacta de la realidad a través de una observación minuciosa, desapasionada, impersonal y objetiva. Centra su atención en la descripción de costumbres contemporáneas y en el relato de la vida cotidiana.
 
 
Previamente, en España se cultivó el costumbrismo, pero la nueva tendencia se consolida con la generación de 1868.
 
En el realismo predomina la novela, cuyo objetivo es el retrato objetivo del mundo de la burguesía y sus problemas. Sus características esenciales son la verosimilitud, una gran capacidad descriptiva, el retrato de los temperamentos de los personajes (novela psicológica), el narrador omnisciente, la idea de arte útil para reformar la sociedad (novela de tesis) y la adaptación del lenguaje a la índole de los personajes.
 
El naturalismo surgió en Francia, en la segunda mitad del siglo XIX, siendo su máximo representante Émile Zola. Este movimiento se basa en la aplicación de los principios científicos contemporáneos en la novela. Otro rasgo es el pesimismo fatalista. En España no se impuso como corriente autónoma, pero sí ejerció influencia en algunas novelas como evolución del realismo.
 
 
José María de Pereda, escritor cántabro, es autor de algunas novelas de tesis, en que defiende sus ideas conservadoras frente al liberalismo (El buey suelto y De tal palo, tal astilla). Sin embargo, sus mejores obras son dos novelas de ambiente regional y tono costumbrista: Sotileza y Peñas arriba.
 

Juan Valera, novelista andaluz, diplomático de profesión, buscó, a través del realismo, representar la belleza ideal. Sus mejores novelas son Pepita Jiménez y Juanita la larga, cuyas protagonistas son modelos de belleza, inteligencia y espíritu práctico.
 
 
Benito Pérez Galdós es un autor de ideas progresistas y anticlericales. Amén de muchos escritos en prensa, es autor de un centenar de novelas. Su obra se divide en tres grupos: los episodios nacionales (donde narra la historia de España desde la batalla de Trafalgar hasta la restauración de Alfonso XII), las novelas de la primera época (en que encarna el enfrentamiento de las ideas liberales y progresistas con la España conservadora e intolerante. Tal es el caso de Doña Perfecta. A este periodo corresponde también Marianela, la dramática historia de una muchacha fea y pobre que se enamora de un joven rico y ciego al que sirve de lazarillo, pero que la rechaza al recobrar la vista) y las novelas españolas contemporáneas, que constituyen un fresco de la sociedad madrileña y española de su tiempo. Sobresale aquí Fortunata y Jacinta.
 
Posteriormente, se produce la evolución de la novela realista, que se tiñe de ciertos tintes naturalistas, con una visión más cruda de la realidad y unos protagonistas condicionados por el medio social en que viven, que los conduce a la degradación y al fracaso. Así sucede en algunas novelas de Galdós (verbigracia, La desheredada), de “Clarín” y de Emilia Pardo Bazán.
 
Leopoldo Alas “Clarín“ escribió relatos y cuentos, entre los que destaca Doña Berta Adiós, Cordera, respectivamente; y dos novelas, Su único hijo y La Regenta. En esta última obra, Ana Ozores, la joven esposa del Regente de la Audiencia, es objeto de las pasiones del eclesiástico don Fermín de Pas y de un don Juan, Álvaro Mesía.

Emilia Pardo Bazán fue escritora de cuentos y novelista, amén de ser quien más se aproximó al naturalismo. Entre su producción literaria descuella Los pazos de Ulloa.

En esta entrada he pretendido centrarme exclusivamente en el realismo en España. Pese a ello me es imposible no mencionar a cultivadores de dicho género en Francia (Stendhal, Flaubert y Balzac), Inglaterra (Dickens) y Rusia (Tolstoi, Dostoievski y Chéjov).
 

Fuentes Calvo, Daniel (Derecho + Periodismo).

No hay comentarios:

Publicar un comentario