Carmen del Álamo Ruiz
Economía-Periodismo
Menos de un siglo separa la crisis actual del crack del
29. Después de la Gran Depresión, los Estados Unidos vivieron 40 años sin
ninguna crisis económica debido a la fuerte regulación del sistema financiero
que impedía a los bancos especular con los ahorros de la gente. A partir de los
años 80 se fue desregularizando y la economía americana volvió a vivir sus segundos
"felices años veinte".
Los antecedentes de la Gran Depresión se encuentran en la
Primera Guerra Mundial, que situó a Estados Unidos en una posición privilegiada
frente al resto del mundo, convirtiéndolo en el gran proveedor de materias
primas y productos alimenticios e industriales. El crecimiento industrial fue
extraordinario, basado en las teorías de Taylor y Ford sobre organización del
trabajo y producción en serie. Eran tiempos felices de alto consumismo y
Estados Unidos era visto como la tierra prometida, una sociedad rica y
opulenta. Este clima de confianza fue lo que hizo que gran parte de la
población comprara acciones de las empresas industriales, siendo Wall Street el
centro de la economía mundial, donde llegaban capitales de todas las partes del
mundo.
Debido a que el resto del mundo no estaba en la misma
situación de bonanza económica que Estados Unidos, el país no podía colocar
toda su producción industrial. Esto hizo que crecieran los stocks y, por
consiguiente, que cayeran los precios de los productos acumulados.
Hasta finales de 1929, la compra de acciones creció cerca
de un 90%. La especulación financiera hacia ganar dinero rápidamente y las
acciones estaban sobrevaloradas. La gente llegaba a pedir créditos a los bancos
para comprar en bolsa, puesto que los beneficios pagaban fácilmente los
intereses bancarios. Se había pasado de una prosperidad basada en el desarrollo
industrial a depender de la especulación. No existía relación entre el valor de una acción y el estado
de la empresa; la gran demanda por parte de los especuladores hacía que el
valor de las acciones siguiera subiendo. Pero todo lo que sube baja y eso es lo
que estaba por pasar en Wall Street. El precio de las acciones tocó techo y a
ese valor nadie podía comprarlas. Como consecuencia de la caída de la demanda
(nadie podía comprarlas), las acciones perdieron todo su valor y en unas horas
ya no valían nada. Ese trágico día para la economía americana y por ende
mundial fue el jueves 24 de octubre de 1929, también conocido como "jueves
negro". El crack de la Bolsa de Nueva York no había hecho nada más que
comenzar. El pánico se apoderó de la gente que acudió a los bancos a retirar su
dinero y también los bancos entraron en quiebra al no poder devolverles la
gente los créditos que les habían concedido. Quebraron unos 600 bancos.
El crack de la bolsa inauguró un periodo de contracción
económica mundial que se extendió a lo largo de la década de los 30 y tuvo
fuertes repercusiones en lo económico, lo social y lo político, que se conoce como
La Gran Depresión. En Estados Unidos se paralizó el consumo, aumentaron los
stocks, se paralizaron las inversiones y muchas empresas tuvieron que cerrar.
El desempleo llego a todas los estamentos sociales, la caída de los precios y
de los mercados agrícolas arruinó a los agricultores que vendieron sus tierras
y emigraron. Los obreros no conseguían encontrar ningún tipo de trabajo, y esto
se extendió a los profesionales y empresarios arruinados. Se estima que llegó a
haber 14 millones de desempleados.
La crisis no se detuvo en suelo americano, debido a la
dependencia que la economía europea tenía de Estados Unidos. Supuso un gran
bache en la producción mundial y generó grandes tensiones en el mercado
laboral, por lo que se convirtió en un buen caldo de cultivo para
ultranacionalismos y autoritarismos fascistas.
En 1933 Roosevelt llega a la presidencia, y su principal
objetivo será reconstruir la economía del país. Desarrolló un plan llamado
"New Deal", basado en las ideas del economista John Keynes, que
aunque estaba a favor del liberalismo proponía la intervención del Estado en
determinadas situaciones. Dicho plan estaba orientado a favorecer las inversiones,
el crédito y el consumo, lo que permitiría reducir el desempleo. El objetivo era reactivar la economía y para ello el
papel del Estado fue fundamental. Realizó muchas inversiones en el sector
público, construcciones, autovías, que diesen trabajo a muchas personas hasta
el momento desempleadas. La consecuencia que se perseguía era la reactivación del
consumo.
Haciendo un paréntesis, la situación actual mucho
necesita del consumo pero en la práctica esto está resultando inviable. El
contexto de crisis económica induce a la población al ahorro “por lo que pueda
venir”, pero lo que es innegable es que si no empezamos a consumir y de este
modo a reactivar la economía, nunca veremos la luz al final del túnel.
Economías domésticas (familias) y empresas, están interconectados en la medida
en que se prestan mano de obra a cambio de un salario, en el mercado de
factores, y productos y servicios por un precio, en el mercado de productos.
Cuanta más gente haya desempleada, menos personas estarán percibiendo un
salario que puedan gastar en productos que les compran a las empresa. Si las
empresas no venden nada, disminuirán su plantilla llevando a más gente a la
cola del paro. Es, en definitiva, la pescadilla que se muerde la cola.
La historia nos demuestra que los individuos somos los únicos seres vivos que no aprendemos de nuestros errores. Si bien en un principio se tomaron todas las medidas en Estados Unidos para evitar que volviese a suceder una catástrofe parecida al crack del 29, la ambición del hombre no tiene límites, y para ser exactos, menos escrúpulos tuvieron los grandes bancos de inversión americanos y las agencias de calificación, los cuales generaron la actual crisis económica que estamos viviendo. 2008 es el año en que comenzó; el final, es incierto.
Mientras que la crisis del 29 tenía sus causas en la burbuja bursátil, la crisis actual comenzó en Estados Unidos cuando grandes bancos empezaron a conceder hipotecas a todo el mundo, también llamados créditos de alto riesgo o "suprime". Como cualquiera podía percibir una hipoteca, estas se dispararon. El resultado fue la mayor burbuja económica de la historia. Los créditos suprime aumentaron de 30 000 millones a más de 600 000 millones en 10 años. Aun pudiendo la Reserva Federal regular el sistema de hipotecas, su presidente, Greenspan, se negó a hacerlo. La SEC, por su parte, no investigó el riesgo de los créditos “suprime”. Las Agencias de Calificación obtenían más beneficios si calificaban positivamente a los grandes bancos de inversión, así que, en vez de parar la situación y ponerse más estrictos a la hora de establecer sus estándares de calificación, Agencias como Moodys cuadriplicaron sus beneficios.
El 15 de Septiembre de 2008 uno de los bancos americanos de
inversión, Lehman Brothers, se vio forzado a declararse en banca rota. También
la caída de la compañía aseguradora más grande del mundo, AIG, provocó una
crisis financiera global. El resultado: una recesión global, causada por
una industria fuera de control. El gran auge del sector financiero americano
desde los años 80 había llegado a su fin.
Por su parte, en España, el boom de la construcción llevó a los bancos a conceder hipotecas a intereses muy bajos. El precio de las viviendas llegó a ser tan alto que nadie podía comprarlas. La caída del sector de la construcción arrastró al resto de sectores por los empleos indirectos que la construcción generaba y ello provocó una caída global de la economía española. Muchas personas perdieron su trabajo y lo siguen haciendo actualmente, y aquellas hipotecas que adquirieron cuando las cosas iban bien ya no pueden pagarlas. Los bancos, por su parte, se están quedando con inmuebles o viviendas que ya no valen lo que valían hace unos años y tienen deudas enormes.
Pero yo me pregunto, ¿La culpa fue de los bancos por conceder créditos a diestro y siniestro sin tener presente si podrían devolvérselos, o de todos aquellos que movidos por el auge económico que se estaba viviendo pedían créditos, no solo para comprarse una casa, sino también para irse de vacaciones, etc?
Me aventuro a decir que tal reflexión en estos momentos no tiene mucho sentido. Lo que debe preocuparnos son los millones de personas que están sin empleo y no pueden hacer frente a las deudas que tienen con los bancos. Muchas de esas personas pensarán en lo injusto que es que esos bancos que han propiciado la crisis hayan recibido un fondo de rescate de 45 000 millones de euros mientras ellos están siendo desahuciados y además tienen que pagar al banco lo que se conoce como "dación en pago", es decir, además de que se quedan con tu casa, tienes una deuda pendiente con el banco por el resto de tu vida.
Es muy crítica la situación actual, pero es fruto de la incapacidad de todos de no aprender de los errores, en difinitiva, de tropezar siempre con la misma piedra.
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